Y es que ese es el gran momento, cuando ya estás maquillada, peinada, vestida y le has hecho el nudo de la corbata a tu flamante acompañante y entonces coges el frasco de perfume y ese toque a veces fresco a veces dulce, te roza la piel. Todo empieza a oler a boda.
Cuando vas de invitada todo empieza en ese momento. Cuando con tu bolso de mano, tus tacones y tu vestido recién estrenado te diriges allí donde se celebre la ceremonia. Si es la boda de alguien allegado, como han sido todas en mi caso, el nudo en la garganta es inevitable. Sabes que verás a tu amiga de blanco, radiante, con ese brillo único en los ojos, o a tu primo, con el que tantos juegos has compartido, vestido de chaqué esperando a que el amor de su vida baje por unas escaleras para decirse eso tan manido pero tan bonito y profundo de: Sí quiero, para toda la vida.
Mi olor a boda era, y sin ningún ánimo de hacer publicidad “Escàle a Portofino” de Dior, es agua de colonia, tan fresca, con un olor a cítrico italiano que es capaz de transportarte a una cala cercana a la Toscana en medio segundo. Como solo me lo pongo para bodas hace que nada más olerlo se me caiga una lágrima de la emoción.
Pero luego llegó mi momento, mi boda. Y cada vez que iba a ver a Natalia, mi dress-designer, todo se me impregnaba a un olor a sándalo y canela del perfume que ella usa y ese aroma me acompañaba todo el día. Nunca me atreví a preguntarle qué perfume era. Así que busqué el mío, mi Escala en Portofino, mi rincón italiano, para mi boda. Con los nervios de “te dejo make-up, retócame el pelo, ayúdame con el can can” lo perdí. Una amiga me prestó su Chanel 5, pero por encima de él y como si el proceso de conversión de “chica normal” a “novia” ya se hubiera realizado, estaba ese olor a sándalo y canela, que me recorrió toda la piel y ahora, cada vez que una chica se acerca a mi con ese perfume no puedo evitarlo: un nudo se me hace en la garganta y una lágrima de esas de cuando eres feliz se esconde en mi pupila.
* después de mucho investigar (vaya, de atreverme a preguntar) ese perfume es el de Chloé, y agradezco mucho a SS.MM. Los Reyes Magos que me lo dejaran como regalo esta Navidad.
Foto de Neima Pidal(arriba)sacada del cuentiblog de aquí
y de ArberasRuso(abajo)sacada de mi archivo personal.
Pat
3 comentarios:
Mmmhhh... Es tan cierto lo que cuentas, Patricia. Pero eso no sólo ocurre con las bodas, sino con cada momento. Al menos a mí me pasa. Si relacionas una situación vivida con un perfume, en cuanto lo vuelves a oler... ¡zas! Te teletransporta a ese mismo instante en cuestión de segundos. Tengo que oler/probar los perfumes que recomiendas. Me ha picado la curiosidad. Besos, guapas! Y feliz fin de semana!
Bonito post y buen gusto con los perfumes...
http://www.fotoestudio.es
Es verdad! Tengo 6 meses para encontrar el perfume unico para mi boda!! ;) Aqui me quedo para seguirte, me ha encantado todo lo que he leido! Te invito a que pases por momentodecelebrar.blogspot y me digas que te parece. Saludos!
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